Monday, May 5, 2008

Mestizaje - 1540



Abb.: Soziale Schichtung in den spanischen Kolonien
Gráfica:Grupos sociales en las colonias españolas
Bildquelle: http://www.puc.cl/sw_educ/historia/america/html/2_2_1.html.

Para la estructura social de Bolivia es hasta hoy importante la formación de una (o varias) capas sociales de mestizos o cholos. Gustavo Adolfo Otero muestra el origen del mestizo muy claramente:
Für die gesellschaftliche Struktur Boliviens bis heute wichtig ist die Entstehung einer (oder mehrerer) Schichten von Mischlingen (Mestizen, Cholos). Gustavo Adolfo Otero schildert den Ursprung der Mestizen sehr anschaulich:

Formación de una capa social mestiza (cholos)
Entstehung einer Schicht von Mestizen (Cholos)
"La ley sociológica del mestizaje, fue el imperativo categórico racial de la Colonia en el Alto Perú. El mito de la pureza de sangre no se cumplió en las zonas geográficas ocupadas por los grupos humanos vernáculos, ya que los keschuas y los aymarás sufrieron varias misionizaciones, dando resultados biológicos siempre renovados y que han sufrido diversos cambios evolutivos hasta el presente.


Abb.: Doppelhochzeit zwischen Inkamädchen und Spaniern, 18. Jhdt.
Cuadro: Casamiento doble de jóvencitas incas y españoles. S. XVIII

[Bildquelle: Die neue Welt : Azteken, Maya, Inka, Indianer.
--Gütersloh : Prisma, 1977. -- S. 157]


La existencia del tipo mestizo es un hecho social vivo. Lo que interesa es aplicar el sentido del análisis, para tener una visión de la génesis de esta forma biológico - social. No basta conocer el hecho, es necesario trazar la parábola de su ontogenia desde los primeros días de la Conquista hasta los últimos días coloniales, a principios del siglo XIX.

La presencia del hombre blanco de origen hispano, planteó escuetamente, después de las fatigas de la guerra y de la lucha contra el medio geográfico, el problema sexual, agravado por el hecho de que la corona española, prohibió el traslado de mujeres a las nuevas tierras, fomentando en esta forma indirecta el mestizaje. Eran los propios indios en su categoría de caciques o los jerarcas que ofrecían sus hijas nobles y bellas a la codicia sexual de los conquistadores; o era también la propia iniciativa masculina que buscaba el regazo de las indígenas trémulas y curiosas, que se sacrificaban alegremente ante los semidioses barbudos, fuertes y victoriosos. El éxito guerrero que fue siempre objeto de la atracción femenina de todas las razas, se unía en las indígenas a la aterida admiración ante esos nuevos hombres de ojos azules y manos viriles. La mujer india estaba marcada aquellos días por el signo primitivo de ser nada más que el solaz del guerrero. Esta siembra humana sin otra finalidad que el placer, ajena a la estructura de la familia, era la realización de la poligamia unida a la naturaleza del hombre. En aquellos primeros días de la Conquista, tuvo ejecutoria esa fórmula paradisiaca de que cada hombre puede engendrar diariamente un hijo, mientras la mujer puede ser madre una vez al año, y que tampoco fue extraña a través de la Colonia, ya que en 1666 un bigardo fue sentenciado por la Santa Inquisición de Chuquisaca por haber poseído 360 mujeres indígenas. No hubo, pues, en aquella aurora de la Conquista sino el predomimio de las leyes brutales de la naturaleza. Fue el transcurso civilizador de los días y la fundación de los grupos urbanos o pueblos, que introdujo procedimientos humanizados, a base de la intervención religiosa y de la asistencia de las leyes hispanas, reguladas por el Código de Indias.
Aquellos frutos primigenios de la ley de la jungla, que fue el mestizaje,hicieron su aparición en medio del abandono, mientras las madres quedaban arrojadas en la soledad del campo, y el Conquistador seguía camino adelante en busca de sus sueños, desafiando el hambre, a las incomodidades y a la muerte. Quedaban como huella de su paso, en los altiplanos, en los valles o en las montañas, niños de piel aceitunada, dotados de un nuevo hálito psicológico.

Hacia la segunda etapa de la Conquista, corridos los primeros años de la vida colonial, el sacerdote se preocupa de los casamientos entre los indígenas y se prohiben las relaciones entre españoles y las mujeres vernáculas, no obstante de que en 1514 sé prevén disposiciones autorizando la mezcla de las razas. El con tenido de las pragmáticas reales se basaba, para las relaciones entre los indígenas, en una resolución del Concilio de Trento, por la que se consideraba matrimonio entre plebeyos la simple vinculación secreta entre dos seres humanos de sexo contrario. El concubinato fue, pues, legítimo sin más que la simple unión hasta que el Tercer Concilio reunido en México en 1585, resolvió autorizar los matrimonios entre blancos e indios, prohibiendo que ningún español por su conveniencia pudiera impedir el matrimonio de los indios con quienes ellos quisieran.

Como hecho social se puede destacar que considerados los indios como seres humanos ni esclavos, ni enferiores, ni tampoco judíos como se empeñaban en demostrar muchos teólogos, la corona de España, bajo los estímulos de la prédica humanitaria de los antiesclavistas, consistió en la mezcla de los blancos e indios, consagrando el mestizaje.

Aunque aparezca el mestizaje como amparado legalmente, la unión de blancos e indios durante el coloniaje no fue un hecho reconocido socialmente, sino que fue una expresión de la vida, en una época vitanda y clandestina, ajena a las leyes del honor, a Jas normas de la familia y al margen de la aprobación ética y divina. Este aspecto se pone de relieve en lo que llamamos la tercera etapa de la morfología del mestizaje. Establecidas las ciudades y constituidos los núcleos campesinos en torno de las capillas o de las casas de hacienda, se produce una nueva corriente de mestización. En las ciudades que no son más que aldeas y en el agro, el mestizaje se produce, siguiendo las costumbres de España, que los señores tomaban sus concubinas entre la gente de la plebe y que en el Alto Perú no era otra que las masas formadas por los indígenas y por los nuevos mestizos. Aquí se produce un doble fenómeno. Los hijos de los españoles toman por concubinas permanentes o accidentales a las indígenas sirvientes , lanzando, por decirlo así, una nueva emisión de mestizos siempre clandestinos, y ocultos en la ciudad, formando parte de la clientela de la casa grande o integrando la misma servidumbre. Así prolifera el cholo en las ciudades del Alto Perú y precisamente se le llama "cholo", como hace notar Garcilaso de la Vega, en forma de un despectivo proveniente del término "cholo" con que en Guatemala en los primeros días de la conquista se designaba a los perros lanudos, feos y sucios. Luego se usó en la misma forma infamante que el chulo de los bajos fondos madrileños. Finalmente se produce otro remestizaje también clandestino entre los cholos y los criollos o españoles, dando lugar al nacimiento de un nuevo tipo racial que tiene terciadas las sangres indígenas e hispanas. Este blanqueo
es una nueva línea de los criollos.

Al lado de estas remestizaciones con tendencia al blanqueo se produce la mezcla dirigida hacia el moreno indio, a través de las nuevas aleaciones del mestizo al 50% con el indio, hasta producir por eliminación del blanco la reversión hacia el aborigen, como saldo de diversas generaciones combinadas entre mestizos e indios.

En las aldeas y en el campo el cura y el misionero, y también los curas sin parroquia, trashumantes, igualmente que en las mismas ciudades, han sido uno de los grandes agentes de la mestización. Si el siglo XVI el mestizaje lo produjo el soldado, en los siglos XVII y XVIII lo produce el cura en todos sus grados teologales, desde el eminente canónigo hasta el más humilde tonsurado. Los " candeleras " y las "palmatorias" — los hijos y las hijas de los curas —, eran corrientes en las ciudades del Alto Perú, muchos, y la mayor parte como expresión de la meseta entre los sacerdotes españoles y las indias.

Hasta ahora sólo nos hemos ocupado de la unión entre blancos e indias, porque puede afirmarse que el caso inverso fue exótico. No fueron extraños los casos de unión clandestina entre blancas que por su extremada pobreza buscaron la protección de algún indígena acaudalado. Tal vez ésta sería la explicación social de los títulos nobiliarios otorgados por la Corona de España en favor de los indígenas de ancestralía, blasonada por su descendencia de caciques y aún de los propios incas. Estos títulos, de los que nos ocuparemos en el capítulo relativo a las clases sociales, eran pues, una importante patente matrimonial que reguló durante el siglo XVIII las relaciones intersexuales."

[Otero Vértiz, Gustavo Adolfo (1896, La Paz - 1958, Ecuador)
La vida social en el coloniaje. -- 4. ed., aumentada y corregida.
-- La Paz : Juventud, 1996. --Depósito legal 4-1-321/79.
-- S. 15 - 18
Fuente secundaria: payer.de

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